¿De qué se trata todo esto?

La idea de tener este blog surgió de una necesidad y un llamado a meditar en la idea de Dios como padre, y todo lo que ello implica, y a la vez compartir mis reflexiones tanto con los creyentes como con aquellos que no creen pero que les interesan los temas espirituales.

Quedan todos invitados a escribir todo lo que quieran relacionado con el tema o cualquier otra cosa que se les ocurra. Me encantaría saber cuáles son sus experiencias y opiniones.

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viernes, 25 de enero de 2008

I. Los nombres y títulos de Dios.

Una de las tantas maneras de saber de Dios es estudiando las escrituras, la que personalmente recomiendo por considerarla, por lejos, la más confiable.

En ellas encontraremos mucha información (tal vez demasiada) sobre él y su relación con el hombre.

Es interesante reflexionar sobre la gran cantidad de nombres y/o títulos de Dios que se exponen en sus páginas.

Algunos de esos nombres fueron revelados por Él mismo, y otros, la mayoría, son más bien palabras o frases utilizadas por los judíos para referirse y dirigirse a Él.

Los hebreos tenían la costumbre de dar a sus hijos los nombres según la primera cosa que decía el padre al verlos, por lo tanto éstos no eran simples sustantivos comunes sino que eran verdaderas descripciones de sus referentes o expresiones del encuentro entre el nombrador y el nombrado.

Así, para referirse o dirigirse a Dios, los hebreos utilizaban ciertas frases o palabras que expresaban lo que según ellos Dios era o lo que sentían por Él o pensaban de Él., o títulos que daban cuenta de la relación que existía entre ellos.

Por lo tanto, la suma de ellos puede considerarse como una muy buena descripción de la naturaleza y cualidades de Dios, así como también de la relación que existía entre Él y su pueblo.

El nombre más común de todos (aparece 6.823 veces), es conocido como el “tetragrámaton”, término griego que significa ‘cuatro letras’, y que se refiere a “Yhwh”.

Según la tradición judía corresponde a la tercera persona del imperfecto singular del verbo ser, significando por lo tanto ‘él es’, ‘él será’, o quizá ‘él vive’.

El “tetragrámaton” es considerado el “nombre propio de Dios”, ya que corresponde a la manera en la que Dios se presenta ante Moisés en el Éxodo (3:14): “YO SOY EL QUE SOY (Yhwh). Tú, pues, dirás a los israelitas: ‘YO SOY (Yhwh) me ha enviado a vosotros.”

A menudo, el “tetragrámaton” se reconstruye en castellano como Yahveh, Yahvé, o también como Jehová. Este nombre nos muestra a un Dios muy complejo, enigmático y difícil de comprender.

El hecho de que los judíos aún consideran una blasfemia pronunciar este nombre nos enseña que existe una relación prácticamente nula entre Dios y los hombres, a la vez que Él es algo oculto y peligroso.

Generalmente el “tetragrámaton” se encuentra en las escrituras traducido como “el Señor” y aparece por primera vez en el Génesis 2.

“Elohim” es el primer nombre de Dios encontrado en el Antiguo testamento. Está en Génesis 1 y es el nombre más comúnmente traducido como “Dios”. Elohim es inusual puesto que es plural, y se puede combinar con otras palabras, enfatizando diferentes atributos de Dios. Así tenemos, Elohay Kedem (dios del principio), Elohay Tz’vaot (dios de los ejércitos), Elohay Mishpat (dios de Justicia), Elohay Selichot (dios del perdón), Elohay Tehilati (dios de mi alabanza), entre muchos otros.

También se utiliza el singular El, que generalmente va acompañado de otras palabras. Así tenemos “dios de Betel”, “dios eterno”, “dios me ve”, “dios de paz”, “dios que juzga a toda la Tierra”, “dios de la montaña” (El Betel, El Olam, El Roi, El Shalom, El Shofet Haarets, El Shaddai, respectivamente), y muchos más.

Más adelante encontramos nombres como Adonai, Ehyeh-Asher-Ehyeh, Shekhinah, `Elyon, YHWH Tzevaot/Sabaoth, todos para referirse a distintos aspectos o características de Dios, y al mismo tiempo expresar sentimientos principalmente de devoción o admiración. Respectivamente, significan ‘mis señores’, ‘yo seré porque seré’, ‘presencia de Dios’, ‘altísimo’, ‘dios del ejército’.

Otras palabras y frases, utilizadas menos frecuentemente para referirse y dirigirse a Dios, son las correspondientes a “el fuerte”, “nuestro rey”, “creador”, “verdad”, “infinito”, “santo y bendito”, “omnipresente”, “rey de reyes”, “nuestra bandera”, “YHWH mi pastor”, “roca de Israel”, etc.

La verdad es que existen muchísimos otros nombres y títulos de Dios (los que estén interesados en el tema pueden leer un muy buen artículo en www.sacerdocioreal.org/?p=7), todos ellos útiles para conocer más de las cualidades y naturaleza de Dios.

La suma de todos ellos nos describe muy claramente a Dios, destacándose principalmente su grandiosidad y poder.

Muchos de los creyentes en la actualidad, sobre todo aquellos que frecuentemente leen la Biblia, comprenden muy bien esa idea del Dios Todopoderoso y Eterno, y se refieren a Él con términos como “Señor”, “Jehová”, “Rey”, etc., al igual que lo hacían los judíos en el Antiguo Testamento.

Lo que está muy bien, ya que son palabras que describen muy bien lo que Él en verdad es.

Personalmente creo, sin embargo, que existe un peligro en esta práctica. Creo que al insistir en el uso de aquellas expresiones se corre el riesgo de llegar a considerar a Dios como un ser demasiado lejano al hombre.

No es que piense que esté mal su uso, pero creo que es una buena oportunidad para que Satanás (o la imperfección del hombre, si así lo prefieren los no creyentes) nos haga caer en el engaño de creer que Él es inalcanzable; el pensar que Dios está en lo más alto nos hace sentir que estuviéramos en lo más bajo, lo que es una mentira que contradice la creencia de que Cristo murió para limpiarnos de nuestros pecados y que ahora tenemos el privilegio de llegar a ser hijos suyos (Juan 1:10-13).

El Señor, sin dudas, está sentado en un trono en lo más alto del Cielo y merece toda nuestra veneración, admiración y adoración. Sin embargo también es cierto que él está en las vidas, en las casas, en los corazones de los creyentes.

En el Nuevo Testamento aparecen otras expresiones para referirse a Dios, de las cuales destaco una que se centra en el amor de Dios hacia nosotros más que en su poder sobre nosotros.

Debemos completar, así, nuestra lista de nombres y expresiones para referirnos a Dios con la, en mi opinión, más importante de todas: “Padre”.

Esta palabra no es del uso exclusivo de Jesús; Él mismo nos enseña a dirigirnos a Dios con la misma palabra que utiliza cuando ora (Mt 6:9-13, Lc 11:2-4).

El título de este blog, abbá, es la palabra que Jesús utilizaba para referirse a Dios, y más que “padre” es el equivalente a nuestro “papá”, o “papito”, enseñándonos que los cristianos tenemos el privilegio de relacionarnos con Dios de una manera que los judíos nunca tuvieron antes.

Lamentablemente esto es algo que la mayoría de nosotros ignoramos, o que olvidamos fácilmente.

La idea principal de este blog es que nos detengamos un poco a pensar en lo que significa que Dios sea nuestro padre.

En el próximo texto profundizaremos en esta palabra utilizada por Jesús, que como verán es MUY distinta al terrible “tetragrámaton”.

INTODUCCIÓN: ¿Quién / Qué es Dios?

Antes que nada me gustaría invitarlos a reflexionar sobre la idea que cada uno de nosotros tiene de lo que Dios es.

La verdad es que la pregunta-título de este texto da como para escribir libros y libros, y hablar y discutir por años.

La pregunta puede ser respondida subjetivamente, hablando de lo que para cada uno de nosotros significa Dios, incluyendo todas nuestras experiencias, nuestro conocimiento del mundo, nuestros deseos personales. Los ateos dirán una cosa, los creyentes dirán otra, se debatirá, se argumentará, en fin…

Por otro lado, la pregunta se puede responder objetivamente, incluyendo sólo información proporcionada por terceros, de preferencia “expertos” en la materia. Al final ocurrirá lo mismo porque algunos se apoyarán en la Biblia, otros incluirán otros textos, citarán a diferentes autores y, en fin…

Mejor que eso, podríamos mezclar ambos enfoques y debatir por años. (Suena interesante…)

Mi intención no es para nada esa, sino que, por el contrario, lo que propongo es que cada uno piense, considere el contenido de este blog y saque sus propias conclusiones.

Lo que ofrezco es compartir con ustedes mi respuesta, la cual se basa principalmente en las palabras de Jesús, según los evangelios canónicos, y mis experiencias personales como ex cristiano evangélico, ex ateo, ex budista, y actual padre de familia y cristiano de tomo y lomo.

Sin embargo, recuerden que de todas maneras serán muy bienvenidas todas las intervenciones, comentarios y críticas.